miércoles, 30 de septiembre de 2020

27/09/2020 ¡Vaya vallas!

 

El verano ha llegado a su fin y la nueva estación hace que vayamos volviendo a la rutina de las salidas de los domingos. La gente ya vuelve a asentarse después de las vacaciones y, con el frío, apetece más el abrigo del monte que la intemperie de la carretera. Las diez de la mañana es buena hora para comenzar la ruta de hoy en que la mañana es fresquita.

Partimos camino hacia Valdenarros y nos desayunamos los únicos kilómetros llanos que veremos durante la mañana. A partir de aquí, una vez que cruzamos la carretera, se acaba la tregua y toca subir y bajar continuamente.

La primera cuesta , de unos tres kilómetros, hace que nos separemos y no precisamente por guardar la distancia de seguridad recomendada sino porque cada uno tiene que amoldarse a sus fuerzas. Antes de coronar este tramo hay un par de repechos finales realmente empinados que nos suben las pulsaciones al máximo. Después de esto giro a la derecha y rápida parada para abrir y cerrar la primera valla de la etapa. Descenso por terreno de vacas que nos observan sin inmutarse y al terminar la bajada la puerta de salida, nueva parada para abrir y cerrar.

Inmediatamente después, la historia se repite, y subimos y bajamos por zona de pasto de vacas con sus correspondientes vallas de seguridad y, por si fuera poco, hay una tercera vez con el mismo guión. ¡Vaya, vaya, aquí si hay vallas!

Llegamos a zona de obras de la nueva autovía y… sorpresa,  aquí también hay vallas. En esta ocasión ya lo sabíamos y pasamos después de retirarla, no como la última vez en la que no dio tiempo ni a verla y se abrió a la fuerza con un golpe certero de bicicleta con el consiguiente vuelo del ciclista y de la bici.

Llegamos a Torralba y hacemos la parada del día antes de continuar con los kilómetros más pesados de la ruta, no tanto por el desnivel sino porque el terreno está irregular y completamente cubierto de largas hierbas que hacen que no sepamos bien si por donde va a pasar la rueda podemos encontrarnos alguna sorpresa desagradable. Por fin volvemos a ver camino y bajamos con prudencia, unos más que otros, una cuesta rota y peligrosa antes de la última subida larga del día.

Desde aquí ya solo queda bajar, con alguna pequeña cuesta de por medio, hasta llegar a Barcebalejo. Ya vamos saboreando la cerveza pero ninguno se niega a rematar la jornada con la subida del “caño” antes de rehidratarnos.

 



 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Entonces ha sido
Entre vayas, vallas y valles