miércoles, 22 de julio de 2020

12-07-2020 Valderrueda-Costalago


Volvemos a madrugar un poco más de lo habitual para montar las bicis en la “furgo”  y desplazarnos hasta Ucero. Primeros kilómetros de Cañón, con terreno húmedo por la tormenta caída durante la noche. A los cinco kilómetros cogemos el camino de la derecha para seguir por el Cañón de Valderrueda en dirección a Casarejos. Bonito camino ascendente por zona sombría y húmeda. Se nota que este año se ha recorrido poco la zona y por algunas partes las hierbas no dejan ver por donde pisa la rueda y hay que imaginarse la senda.

Al llegar a Casarejos buena pista para subir durante un kilómetro y bajada cómoda para presentarnos en San Leonardo casi sin enterarnos (bueno, nos enteramos de ese cable que roza en la rueda y nos pone nerviosos con el soniquete pero por lo demás muy buena bajada).

Superado el problema con el cable, llenamos los botes en la fuente (rica agua) y llega el problema con la horquilla y el tornillo flojo. Menos mal que hay conductores que van preparados y nos ofrecen la herramienta necesaria y, por si no es la ideal, esa cinta americana que nunca falla.

Otro imprevisto vencido así que nos ponemos en marcha dirección a Hontoria del Pinar. Terreno irregular y cansino que nos tomamos con calma sabedores de lo que nos espera en unos minutos.  Al pasar Hontoria nos toca comernos el plato principal del día. Esa bajada tan espectacular de la ruta de Costalago hoy la vamos a hacer de subida, bufff…, menos mal que la temperatura acompaña bastante. Al comenzar la ascensión se nos presenta una tormenta que soportamos refugiados bajo un árbol y pasados unos minutos subimos los dos repechos que tanto nos gustaron y ayudaron a recuperar hace quince días.





Una de las principales normas de las salidas domingueras dice que “arriba se espera” y sobre todo si no sabes por donde hay que ir pero en esta ocasión no se cumple y se toma el camino incorrecto. Gracias a los benditos móviles el error no va a mayores y nos reagrupamos, pero el fallo se salda con un pinchazo y una nueva parada para repararlo. Atravesamos unos metros monte a través para reincorporarnos al trazado previsto y llegamos al mirador de Costalago para comer un poco.

Seguimos por la cresta por caminos nuevos y de subidas y bajadas continuas hasta que el último descenso, bastante roto y peligroso, nos deja junto al “Puente de los siete ojos”. Desde aquí, de nuevo zona de Cañón. Muchos más paseantes que el último día que estuvimos y demasiados pasos de un lado a otro del río sobre las piedras resbaladizas. Pasamos junto a la Ermita esta vez sin detenernos, que últimamente la vemos mucho,  y vamos a toda mecha a disfrutar de un trago en el bar del Cañón.




¡Qué bien se está en la terracita relajado! Casi tanto como sobre el sillín de la bici... o mejor.