lunes, 29 de junio de 2020

21-06-2020 Costalago´20


La ruta de hoy, con la subida a Costalago y el recorrido del Cañón del Rio Lobos desde Hontoria del Pinar hasta Ucero, es otra de las típicas del club que realizamos cada año a finales de junio o principios de julio y a la que siempre se apunta un número importante de componentes.

Madrugamos un poco más de lo habitual para tener margen por si se produce algún incidente durante la ruta pero una confusión en el horario y un pequeño contratiempo automovilístico hacen que comencemos a rodar algo más tarde de lo previsto.

Los primeros kilómetros son por asfalto, terreno rompepiernas con mucho tobogán y en el que, como siempre, unos intentan avivar el ritmo mientras otros se lo toman de manera más calmada reservando para lo que está por venir. Paso por Nafría y Santa María de las Hoyas antes de abandonar la carretera y comenzar a pedalear por caminos y pistas en dirección a la subida a Costalago. Al llegar a la gran pradera que da inicio a la ascensión el grupo está roto y por delante tenemos casi cuatro kilómetros de duras rampas realizadas en dos tramos. El primero hasta el mirador donde nos damos un respiro y nos reagrupamos y el segundo hasta subir a Cabeza del Aro para inmediatamente después comenzar el descenso vertiginoso que nos lleva a Hontoria del Pinar y donde aprovechamos para llenar los botes y comer algo.



Hasta aquí la parte de la ruta más parecida a lo habitual por asfalto, caminos y pistas en buen estado. Desde este punto nos metemos de lleno a recorrer el Cañón y transitar por terreno muy distinto al acostumbrado y muy duro para las bicicletas, caminos estrechos, mucha piedra afilada, árboles que en ocasiones dejan pasar muy justo el manillar y unas cuantas partes en las que hay que poner pie a tierra para cruzar el río o pasar por zonas no ciclables. Terreno que a algunos les encanta y a otros se les hace muy pesado física y psicológicamente.


Llegar a la Ermita sin que se haya producido ninguna caída ni pinchazo nos llena de alegría, y satisfacción, porque desde aquí el recorrido es mucho más tranquilo y de sobra conocido por todos. Los últimos kilómetros hasta llegar al punto final son propicios para bajar piñones y comprobar las fuerzas que todavía nos quedan.



Antes de volver reservamos unos minutos para sentarnos en las mesas junto al río y sacar los bidones “mágicos” de bebida y algo de aperitivo mientras comentamos la jornada. Algunos de los que hacían el Cañón por primera vez llegan con la idea de no volver pero seguro que con el paso de los días van cambiando de opinión porque esta ruta engancha y una vez al año no hace daño (si no te caes, claro).



viernes, 19 de junio de 2020

14-06-2020 La gata y el gato


Dudas a primera hora sobre el vestuario a elegir para la ruta de hoy. Unos prefieren pasar algo de frío en los primeros kilómetros y otros optan por llevar algo más de ropa aún sabiendo que muy probablemente les sobre cuando la temperatura ambiental suba unos grados y el esfuerzo caliente los cuerpos.

Los primeros kilómetros por la pista de “las hermanitas” son agradables y tranquilos, bueno, lo justo para poder rodar y hablar algo al mismo tiempo. Al llegar al cruce de Valdelubiel empezamos la primera subida. Como lo prometido es deuda, en esta primera ascensión hay que hacer mención especial al “Secre” que desde el primer metro se pone en cabeza adelantándose unos metros a los demás y no cede la posición hasta que cambiamos de camino y unos ruidos desconocidos le obligan a parar por precaución.

Seguimos por “la loma” los siguientes  kilómetros y al llegar al cruce de las “torres gemelas” los primeros deciden saltárselas y coger el camino de la derecha ante la desaprobación de los de atrás que estaban deseando verlas, otro día será, hoy mejor un tramo más tranquilo y sin cuestones que nos puedan descabalgar, ¡que estamos en pretemporada!

Llegamos a Nafría de Ucero y hacemos una breve parada para repostar agua. Le hacemos el examen a la decoración del pilón que ha quedado elegante y seguimos la ruta para acometer la segunda ascensión del día y ganarnos el plátano. Bonita cuesta, todos en silencio y con ganas de ver el final.



Un pequeño descanso y seguimos con un gran descenso que en los primeros metros se nos corta porque alguien se ha merendado el camino dejando un bonito campo de terrones que nos hacen tener algún amago de salir por delante del manillar, así que mejor pasarlo a pie. Doscientos metros de suplicio antes de volver a montar para, ahora sí, bajar hasta la Ermita del Cañón (descenso bautizado hace algunos años como el de “la gata”). ¡Qué bajada, siempre nos viene algún recuerdo a la cabeza!



Unas fotos para la “nube” y dirección a la subida al mirador de las Gullurías, tercer ascenso largo del día y el más duro. Mejor no animarse mucho al principio que el desnivel se las trae y luego se paga. La verdad que cuando se baja esta cuesta parece muy difícil de subir, pero luego no es de las imposibles, ni mucho menos.
Otro descenso meteórico por la cuesta del “gato” para llegar a Ucero y cogemos la pista de vuelta a casa. En Sotos alguno quiere subir por la “sorpresa” del Niskalo, ¡venga ya!, menos mal que de esta también nos libramos y vamos directos a Valdelubiel. Desde aquí  nos metemos por la ¿senda? que lleva a Barcebalejo y que hay que inventársela debido al tamaño de las hierbas y… como no hay dos sin tres un regate inesperado también nos libra de la subida al caño. ¡Vaya ganas que había hoy!


De lo que no nos libramos es de sentarnos en la terracita a tomar algo antes de acabar la jornada.



miércoles, 3 de junio de 2020

31-05-2020 Ruta corta del Nískalo

Parece que fue ayer nuestra VII Ruta del Nískalo y ya ha llegado la fecha decidida para afrontar la VIII edición. Lamentablemente este año ha venido revuelto y muy complicado por lo que nos vimos obligados a suspenderla. Hoy en El Burgo debería ser un día grande con las calles alborotadas, adornadas de bicicletas y gente, los caminos tendrían que estar señalizados para la ruta, los voluntarios preparados para hacer su labor y el Centro Polivalente lleno de mesas y sillas y con los cocineros y ayudantes currando con alegría y responsabilidad pero, sin embargo, a primeras horas, las calles están en silencio y apenas se ve algún paseante. Al menos nos queda el consuelo de que las medidas de confinamiento se han ido suavizando y podemos quedar un grupo de componentes del club para realizar la ruta tranquilamente y respetando las medidas de seguridad.

La mañana está perfecta para salir con la bici y estamos con ganas de rodar. Hoy se va a demostrar a quienes les ha hecho más “pupa” el encierro. Tras los saludos iniciales después de tantas semanas sin citas domingueras partimos rumbo a Alcubilla. Los primeros kilómetros en los que el terreno es más suave algunos ya van demostrando que siguen en plena forma y se ponen a tirar del grupo. Ritmo alegre hasta que después de cruzar por el puente de la autovía el terreno cambia y la subida nos hace sudar y dejar las bromas para otro momento más propicio.



Tras un reagrupamiento en la cima y a la vez que la mayoría se dirige a la Atalaya de Quintanilla, una pequeña avanzadilla (pequeña, pequeña, solo dos) toma otro camino para llegar a la torreta de “el santo” y preparar el avituallamiento para todos. El terreno hacia la Atalaya está perfecto, la tierra arcillosa que nos ha fastidiado en otras ocasiones hoy está seca y se rueda perfectamente. Paso express por la torre y bajada a Quintanilla. Ahora toca la cuesta de “las chorreras”, esta también es exigente aunque la zona que peor estaba ha sido reparada y no hay ningún trozo peligroso.

Bajada por el monte de Osma y el último ascenso "durillo" de la jornada para llegar a la torreta con todas las ganas de descansar y avituallarse. Como siempre, lo que nos encontramos supera las expectativas. Detalles que hacen la jornada más agradable si cabe, pero que nos es imposible terminar (nos ha faltado algo de ayuda en este menester), así que alguno sugiere montar un nuevo piskolabis a la altura de Valdelubiel. Perfecto, ya tenemos otra motivación más que llevarnos a la cabeza si vienen los momentos duros.

Reanudamos la ruta por terreno más tranquilo, kilómetros sin apenas subidas y con bajadas divertidas. Al llegar al cruce donde deberían separarse las rutas corta y larga una zona de barro y roderas hace algún estrago y separa un poco al grupo que no vuelve a juntarse hasta el segundo avituallamiento.  Seguimos dando buena cuenta de ese buen embutido y esa fruta y seguimos metiendo mano en esos bidones que por más bebida fresca que sacamos no se vacían.



Las dos bicicletas recostadas al sol nos llaman al orden. La primera empieza a perder aire aunque por suerte el liquido sella el pinchazo y puede seguir en la ruta, la segunda con un radio roto preferimos meterla en el coche escoba que nos viene de lujo y no arriesgar a empeorar la avería.

Kilómetros finales de llaneo por la senda del Ucero y las nubes negras que se van acercando con ganas de descargar. A los pocos minutos de acabar la ruta llega la tormenta, no nos ha pillado por los pelos. Era raro que en una fecha tan señalada como esta no lloviera porque ya lo dice el refrán: “Haga frio o salga el Sol, el día del Nískalo… chaparrón”.

¡Ya necesitábamos volver a vivir estos momentos! 

Más fotos aquí