miércoles, 3 de junio de 2020

31-05-2020 Ruta corta del Nískalo

Parece que fue ayer nuestra VII Ruta del Nískalo y ya ha llegado la fecha decidida para afrontar la VIII edición. Lamentablemente este año ha venido revuelto y muy complicado por lo que nos vimos obligados a suspenderla. Hoy en El Burgo debería ser un día grande con las calles alborotadas, adornadas de bicicletas y gente, los caminos tendrían que estar señalizados para la ruta, los voluntarios preparados para hacer su labor y el Centro Polivalente lleno de mesas y sillas y con los cocineros y ayudantes currando con alegría y responsabilidad pero, sin embargo, a primeras horas, las calles están en silencio y apenas se ve algún paseante. Al menos nos queda el consuelo de que las medidas de confinamiento se han ido suavizando y podemos quedar un grupo de componentes del club para realizar la ruta tranquilamente y respetando las medidas de seguridad.

La mañana está perfecta para salir con la bici y estamos con ganas de rodar. Hoy se va a demostrar a quienes les ha hecho más “pupa” el encierro. Tras los saludos iniciales después de tantas semanas sin citas domingueras partimos rumbo a Alcubilla. Los primeros kilómetros en los que el terreno es más suave algunos ya van demostrando que siguen en plena forma y se ponen a tirar del grupo. Ritmo alegre hasta que después de cruzar por el puente de la autovía el terreno cambia y la subida nos hace sudar y dejar las bromas para otro momento más propicio.



Tras un reagrupamiento en la cima y a la vez que la mayoría se dirige a la Atalaya de Quintanilla, una pequeña avanzadilla (pequeña, pequeña, solo dos) toma otro camino para llegar a la torreta de “el santo” y preparar el avituallamiento para todos. El terreno hacia la Atalaya está perfecto, la tierra arcillosa que nos ha fastidiado en otras ocasiones hoy está seca y se rueda perfectamente. Paso express por la torre y bajada a Quintanilla. Ahora toca la cuesta de “las chorreras”, esta también es exigente aunque la zona que peor estaba ha sido reparada y no hay ningún trozo peligroso.

Bajada por el monte de Osma y el último ascenso "durillo" de la jornada para llegar a la torreta con todas las ganas de descansar y avituallarse. Como siempre, lo que nos encontramos supera las expectativas. Detalles que hacen la jornada más agradable si cabe, pero que nos es imposible terminar (nos ha faltado algo de ayuda en este menester), así que alguno sugiere montar un nuevo piskolabis a la altura de Valdelubiel. Perfecto, ya tenemos otra motivación más que llevarnos a la cabeza si vienen los momentos duros.

Reanudamos la ruta por terreno más tranquilo, kilómetros sin apenas subidas y con bajadas divertidas. Al llegar al cruce donde deberían separarse las rutas corta y larga una zona de barro y roderas hace algún estrago y separa un poco al grupo que no vuelve a juntarse hasta el segundo avituallamiento.  Seguimos dando buena cuenta de ese buen embutido y esa fruta y seguimos metiendo mano en esos bidones que por más bebida fresca que sacamos no se vacían.



Las dos bicicletas recostadas al sol nos llaman al orden. La primera empieza a perder aire aunque por suerte el liquido sella el pinchazo y puede seguir en la ruta, la segunda con un radio roto preferimos meterla en el coche escoba que nos viene de lujo y no arriesgar a empeorar la avería.

Kilómetros finales de llaneo por la senda del Ucero y las nubes negras que se van acercando con ganas de descargar. A los pocos minutos de acabar la ruta llega la tormenta, no nos ha pillado por los pelos. Era raro que en una fecha tan señalada como esta no lloviera porque ya lo dice el refrán: “Haga frio o salga el Sol, el día del Nískalo… chaparrón”.

¡Ya necesitábamos volver a vivir estos momentos! 

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