Por segundo año consecutivo las circunstancias nos han
impedido celebrar la VIII edición de la ruta del Nískalo que se tendría que
haber desarrollado hoy. Para conmemorar un día tan especial para el Club se ha
organizado una ruta corta pero intensa que nos permita ganarnos el almuerzo de
después.
Las nueve de la mañana es la hora de comienzo y desde varios
minutos antes la plaza de la Catedral tiene más movimiento del habitual en un
domingo cualquiera a estas horas y se va llenando de ciclistas y bicicletas entre los que destacan los colores rojo y negro del maillot del club.
Cinco minutos de rigor por si llega algún rezagado y el
pelotón emprende la marcha en dirección a los montes de Osma. Después de
recorrer los primeros cuatro kilómetros, casi todo de subida, hacemos una breve
parada para reagrupar y escuchar unas palabras de la “autoridad” sobre los
cinco senderos preparados a conciencia para este día.
Continuamos con una breve bajada y un giro a la derecha nos
mete de lleno en el asunto del día. Caminos que desaparecen y que siguen por
senderos casi imperceptibles, arbustos “acariciando” los brazos y las piernas,
bajadas y subidas no aptas para todos los públicos y en las que lógicamente hay
que desmontarse de la bici, zonas de arena que frenan en seco y al final la
vuelta a la “civilización” de los caminos y pistas. Terreno que desgasta y que
aumenta la distancia recorrida muy lentamente. Hace más de una hora que
comenzamos a rodar y apenas llevamos doce kilómetros.
Cuando terminamos
la quinta “sorpresa” y empezamos a recorrer
territorio Nískalo la cosa cambia y la velocidad aumenta. Subida de sobra
conocida hasta llegar a la Atalaya de Quintanilla donde se vuelve a esperar y
nos hacemos unas fotos.
Nos volvemos por donde hemos venido con la mente puesta en
llegar al almuerzo prometido y seguimos recorriendo caminos habituales muy
rodados por los componentes del club. Un último giro a la derecha para volver a
meternos en el primer sendero del día, pero en el sentido contrario, y enlazar
con la bajada que nos lleva a la “Caseta de los cazadores” donde se está
preparando el “piscolabis”.
Aquí el riesgo de caída se reduce, cada uno coge el ritmo
que le viene bien y entre anécdotas, risas y buen rollo pasamos una hora dando
buena cuenta de todo lo preparado para la ocasión. Como siempre buena
organización y sin quedarse cortos en las cantidades. Palabras de
convencimiento de que el año que viene, por fin, volveremos a realizar la
marcha tradicional y tras dejar el refugio recogido como nos lo encontramos
volvemos a montar en las bicicletas.
Todas las fotos aquí
La galvana se nos apodera en los primeros metros hasta
volver a entrar en calor y para ir terminando y desgastar un poco más hacemos
una visita a la atalaya de Uxama. Últimas fotos en lo alto y descenso meteórico
para dirigirnos al punto de partida y terminar el encuentro.
Por cierto, hoy ha salido un día estupendo, buena
temperatura y sin una gota de lluvia. Nada que ver con los habituales del
Nískalo. Con estas condiciones meteorológicas el recuerdo del acto es mejor
todavía, a ver si el año que viene se repiten.