jueves, 22 de febrero de 2018

La del Gato y el Castillo de Ucero

18-02-2018

Por fin, en lo que va de año, se presenta un domingo en el que el Sol no se esconde detrás de las nubes y nos aviva las ganas de salir. Los caminos están delicados y hay que hilar muy fino para elegir una ruta en la que no pillemos demasiado barro y además sabemos que hoy toca sufrir porque las piernas han tenido demasiado descanso, pero ya es hora de ponerlas a trabajar.
Tomamos la pista de “las hermanitas” que suele estar en buenas condiciones y es una apuesta bastante segura para comenzar la ruta dirección Ucero, pero nada más comenzar pasamos una zona que si no fuera porque está helada nos pintaría la bici de marrón. Cuando la pillemos a la vuelta ya será otro cantar. Exceptuando este trozo la pista se encuentra bien, algo blanda por todo el agua que ha tragado pero no impide rodar a gusto.
Llegando a Ucero paso rápido por la “Cruz de madera”, algunos se desprenden de algo de ropa para lo que viene y bajada sin miedo hasta el pueblo para,seguidamente, comenzar la ascensión. Terreno perfecto y 2,5 km. de subida suave con el repecho final metido en la cabeza, intentando guardar fuerzas para superarlo. Con esto ya hemos desgastado lo suficiente como para tomar el plátano así que nos ponemos manos a la obra.



Bajada conocida hasta el aparcamiento de Valdecea con un par de paradas para apartar del camino dos árboles caidos y seguimos la ruta hacia la Galiana. A los pocos metros de comenzar la ascensión, pasamos por encima del “quitamiedos” para coger la bonita senda que, paralela al río Ucero, nos lleva a cruzar el río Chico y engancha con la subida que nos hace conquistar el Castillo de Ucero.
Debate sobre por donde volver y la decisión es hacerlo por la loma. Por aquí hay algunas zonas delicadas y en las que la rueda se hunde más de lo que nos gustaría pero cuanto más barro se pisa menos molesta. En la bajada para volver a coger la pista de “las hermanitas” un nuevo frenazo por un árbol atravesado en el camino que hay que apartar y regreso por el mismo camino del principio. Ahora ya no hay hielo, ahora hay charcos y barro pero ya nos da igual.

Solo nos queda elegir donde tomar las cervezas pero decidimos perdonarlas ya que la bici necesita un manguerazo para quedar limpia antes de comer.

jueves, 1 de febrero de 2018

Primera visita al Castillo de Gormaz en 2018

28-01-2018

Pura mañana de invierno, los grajos vuelan bajo pero a nosotros un poco de frío no nos echa para atrás. Comenzamos la etapa dirección a La Olmeda y una vez aquí cambiamos la ruta  tradicional y cuando apenas llevamos siete kilómetros nos metemos entre pecho y espalda una rampita que se las trae y que era desconocida para la mayoría. Menos mal que el hielo ayuda a que el terreno esté duro y las ruedas agarran bien sino algún pie habría tocado suelo. Ahora cogemos una senda que no se vé donde empieza pero que va apareciendo poco a poco y nos ofrece una bajada de las que nos gustan.
Seguimos recorriendo camino, y un poco de carretera, con un punto por conquistar metido en la cabeza. Si, a ese castillo que se ve a lo lejos, en lo más alto, es donde tenemos que llegar. Cuando cruzamos la carretera SO-160 ya sabemos lo que nos queda, cada uno prepara el cuerpo y la mente para que lo que viene no le pille desprevenido. Un poco hacia arriba, buena bajadita para reposar y venga que ya ha empezado el puerto, a sudar para que nuestra bici entre por ese arco del Castillo de Gormaz que tan bien puesto está. Emociona subir las dos últimas rampas sin echar pie a tierra, a pesar del cansancio, hasta pasar la puerta.




Avituallamiento al Sol y con buena temperatura y otra vez a pasar frio en la bajada. El regreso se hace durillo, toca ir hacia arriba y el barro que no habíamos visto hasta ahora nos lo encontramos a lo largo de varios kilómetros pegándose a la bicicleta y haciendo que, por momentos, haya que tirar de destreza para seguir sobre el sillín cuando la rueda de atrás se cruza totalmente. Como suele pasar siempre que hay algo gratis, no todos cogemos la misma cantidad. Unos se llevan lo justo y necesario y otros cargan más de lo que deberían.
Los últimos kilómetros por carretera sirven para que las ruedas escupan una buena parte del barro acumulado y lleguen al destino no excesivamente pringadas. Lo importante de la ruta llega ahora. Cervecitas, torreznos, cortezas, jamón, bravas, … pero chicos, que son más de las dos y ahora tenemos que comer.







En fin, otro domingo que la bicicleta nos hace engordar.