Retomamos la actividad tras el parón navideño con más ganas si cabe, es principio de enero pero es día de examen, para empezar examen teórico, con el rabillo del ojo una ojeada a la fachada para ver si la panza sigue igual o los turrones revelan lo contrario. Hoy como hace frío vamos a por la lana.
Ahora toca el ejercicio práctico, las orejas y el morro tapado, la maquinaria se pone en marcha, terreno llano, los dedos fríos, plato grande, primeros kilómetros y todo funciona.
La primera subida de enero, el sol en el lomo, piñones arriba, el morro desarropado, el corazón se acelera, el pique cabecero y los sofocos traseros,........ ¿pero ya se ha acabado? ¡pues si que se ha hecho corta!.
Veloz bajada y al paso por Ines, buenos días, buenos días, hay que ser educados, encarrilados por la calle correcta y amparados por las bodegas sube que te sube hacia el páramo. Un goteo de encinas marcan el camino y custodiando la entrada al monte un rebaño en pleno almuerzo, y estas si que tienen lana. ¡Ya llegamos, ya llegamos! en la mente proyectando la subida de la iglesia, los que ponen mejores maneras a esto de subir delante manillar con manillar, rampa, derecha, izquierda derecha y parada reglamentaría en la balconada.
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En el descenso los que se entienden mejor cuesta abajo mandan, paso sobre el Duero y bajo la vía del tren uno tras otro tirando de riñón por la trialera siguiendo el rastro de la atalaya, esto no para, por el primer camino no, por el que sigue no, por este tampoco, toca bajar por el de los enebros, y como los niños sube baja, sube baja, tobogán al canto y echamos el cierre invirtiendo las últimas energías en la inacabable pista reblanca.
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