jueves, 3 de diciembre de 2020

29-11-2020 Ruta del tambor

 

Nuestra “Ruta del Tambor” era una de las que tradicionalmente hacíamos una vez al año pero por unas cosas o por otras en 2019 no se hizo y 2020 se nos está acabando sin haberla recorrido de nuevo. Así que está decidido volver a rodar por esos lugares ya que a pesar de estar en Noviembre hoy se nos presenta un domingo de temperaturas agradables y aunque está algo nublado no hay ninguna previsión de lluvia.

Nos trasladamos en coche hasta Santiuste para comenzar desde allí y que no se nos haga la ruta muy larga. Una vez descargadas las bicis empiezan a recordarse objetos que se han quedado olvidados como …. los guantes (habrá que aguantar con las manos frías los primeros kilómetros), la barrita (barritas de sobra parece que no tenemos pero plátano llevamos todos y unos cuantos lo ofrecen), las zapatillas (esto es más serio, “anda coge el coche y a por ellas que te esperamos en Torralba”) en fin, de momento la bici no se nos olvida a ninguno.



Empezamos la ruta y en poco más de tres kilómetros nos plantamos en Torralba y esperamos al compañero de las zapatillas. Una vez subsanado el problema volvemos a emprender el camino. Buen terreno, ligeramente en ascenso pero suave, dirección Torreblacos. Pasamos el pueblo y un poco antes de llegar a Blacos la cuesta se convierte en algo más pronunciada. Cuando coronamos se nos presenta un bonito descenso que nos lleva hasta Avioncillo de Calatañazor.

Cambiamos de terreno y nos adentramos en zonas menos cómodas, entre árboles y piedras, sin camino que seguir pero con el destino en la mente de los guías. Cuando pasamos esta zona y volvemos a rodar por anchas pistas nos toca una subida más larga, nada exagerado, que termina con una cuesta de hormigón rayado que algún día se bautizó como “la bola del mundo” e inmediatamente después la bajada hasta Calatañazor que en su momento era bastante peligrosa (recordamos varios altercados) pero ahora está totalmente arreglada y nos deja disfrutar.

Llegamos al pueblo medieval y subimos por sus pronunciadas calles empedradas hasta llegar a la Plaza Mayor y tomarnos un descanso a los pies del Castillo. Tiempos duros, nadie callejeando y apenas un par de grupillos de turistas visitando la fortaleza.


Volvemos a descender por sus calles y abandonamos el pueblo para subir por la calzada romana que en estas fechas se encuentra muy resbaladiza y peligrosa aunque algunos son capaces de hacerla montados. 



Cruzamos la carretera y buscamos los caminos que nos llevan hasta Rioseco. Terreno en buenas condiciones pero distinto, por el pinar. Un tramo rápido de carretera y cambio de dirección hacia el campo de golf y ya vamos buscando los últimos kilómetros monte a través que terminan con un descenso rápido y peligroso llegando al punto de partida a la hora prevista.

Hacía tiempo que no nos acompañaba a las rutas el mágico bidón azul pero hoy está presente y nos deja ese buen gusto que queda siempre que aparece.



Las fotos aquí








1 comentario:

Anónimo dijo...

toca el tambor para la batalla!!!
Joder que nivelazo con la marmita de las golosinas