Parece que fue ayer nuestra VII Ruta del Nískalo y ya ha llegado la
fecha decidida para afrontar la VIII edición. Lamentablemente este año ha
venido revuelto y muy complicado por lo que nos vimos obligados a suspenderla. Hoy
en El Burgo debería ser un día grande con las calles alborotadas, adornadas de
bicicletas y gente, los caminos tendrían que estar señalizados para la ruta,
los voluntarios preparados para hacer su labor y el Centro Polivalente lleno de
mesas y sillas y con los cocineros y ayudantes currando con alegría y
responsabilidad pero, sin embargo, a primeras horas, las calles están en
silencio y apenas se ve algún paseante. Al menos nos queda el consuelo de que
las medidas de confinamiento se han ido suavizando y podemos quedar un grupo de
componentes del club para realizar la ruta tranquilamente y respetando las
medidas de seguridad.
La mañana está perfecta para
salir con la bici y estamos con ganas de rodar. Hoy se va a demostrar a quienes
les ha hecho más “pupa” el encierro. Tras los saludos iniciales después de
tantas semanas sin citas domingueras partimos rumbo a Alcubilla. Los primeros
kilómetros en los que el terreno es más suave algunos ya van demostrando que
siguen en plena forma y se ponen a tirar del grupo. Ritmo alegre hasta que después
de cruzar por el puente de la autovía el terreno cambia y la subida nos hace
sudar y dejar las bromas para otro momento más propicio.
Tras un reagrupamiento en la cima
y a la vez que la mayoría se dirige a la Atalaya de Quintanilla, una pequeña
avanzadilla (pequeña, pequeña, solo dos) toma otro camino para llegar a la torreta de “el santo” y
preparar el avituallamiento para todos. El terreno hacia la Atalaya está perfecto, la
tierra arcillosa que nos ha fastidiado en otras ocasiones hoy está seca y se
rueda perfectamente. Paso express por la torre y bajada a Quintanilla. Ahora toca la
cuesta de “las chorreras”, esta también es exigente aunque la zona que peor estaba ha
sido reparada y no hay ningún trozo peligroso.
Bajada por el monte de Osma y el
último ascenso "durillo" de la jornada para llegar a la torreta con todas las
ganas de descansar y avituallarse. Como siempre, lo que nos encontramos supera
las expectativas. Detalles que hacen la jornada más agradable si cabe, pero que
nos es imposible terminar (nos ha faltado algo de ayuda en este menester), así
que alguno sugiere montar un nuevo piskolabis a la altura de Valdelubiel. Perfecto, ya
tenemos otra motivación más que llevarnos a la cabeza si vienen los momentos
duros.
Reanudamos la ruta por terreno más tranquilo,
kilómetros sin apenas subidas y con bajadas divertidas. Al llegar al cruce
donde deberían separarse las rutas corta y larga una zona de barro y roderas
hace algún estrago y separa un poco al grupo que no vuelve a juntarse hasta el
segundo avituallamiento. Seguimos dando
buena cuenta de ese buen embutido y esa fruta y seguimos metiendo mano en esos
bidones que por más bebida fresca que sacamos no se vacían.
Las dos bicicletas recostadas al
sol nos llaman al orden. La primera empieza a perder aire aunque por suerte el
liquido sella el pinchazo y puede seguir en la ruta, la segunda con un radio roto preferimos meterla en el
coche escoba que nos viene de lujo y no arriesgar a empeorar la avería.
Kilómetros finales de llaneo por
la senda del Ucero y las nubes negras que se van acercando con ganas de descargar.
A los pocos minutos de acabar la ruta llega la tormenta, no nos ha pillado por
los pelos. Era raro que en una fecha tan señalada como esta no lloviera porque
ya lo dice el refrán: “Haga frio o salga el Sol, el día del Nískalo… chaparrón”.
Más fotos aquí
No hay comentarios:
Publicar un comentario