Tras el éxito de la “VII Ruta del
Nískalo” toca de nuevo volver a nuestras típicas salidas de los domingos.
Bueno, hoy tampoco es una salida de las típicas de “ruta por decidir”, hoy es
la ruta por Costalago y el Cañón, una de las salidas que el club hace una vez
al año y que ya llevaba unas semanas decidida.
Madrugamos más de lo habitual y
nos desplazamos en vehículos hasta Ucero donde comenzamos. Cuando llevamos
apenas un kilómetro viene un coche de frente con uno de los miembros del club
así que esperamos a que se prepare para unirse al grupo.
Mientras, dejamos que el compañero nuevo se adelante un poco para que vaya a su
ritmo en estas primeras rampas y no se le haga más dura de lo necesario su
primera salida que ya de por sí va a ser exigente.
Atravesamos Nafría de Ucero donde
nos encontramos a tres componentes del club Peñafiel Team un tanto despistados
y que aceptan acompañarnos en la ruta. Seguimos sin alcanzar a nuestro
compañero novato así que hay que hacer uso del teléfono y organizarle la ruta
alternativa ya que ha habido un pequeño despiste. El resto seguimos hacia Santa
María de las Hoyas y al salir del pueblo nos desviamos hacia la izquierda para
dirigirnos al mirador de Costalago. Hasta llegar a él tenemos una cuesta de
unos dos kilómetros que hace daño si la tomas con más optimismo del debido,
arriba nos reagrupamos y tomamos unas fotos. Este descanso viene bien para
enfilar los otros dos kilómetros que quedan de subida y que se hacen aún más
duros que los primeros.
Una vez arriba descendemos con
precaución hasta llegar a la fuente de Hontoria del Pinar donde aprovechamos
para avituallarnos. Comenzamos el regreso, por delante kilómetros de Cañón que
si las bicis pudieran elegir, dudo yo que los hicieran voluntariamente ya que
las piedras las golpean continuamente y son realmente duros para ellas. Sufren
los cuadros, los cambios, las ruedas, en fin,… es mountain bike. Llegamos al
Puente de los siete ojos y nos reunimos con el compañero solitario que también
ha disfrutado su ruta, pasamos a un grupo de “electrociclistas” y comprobamos
que estas bicis cada vez se parecen más a las motos, pero si no pedaleas no
avanzan.
Desde aquí la dureza del terreno
es algo menor pero toca apearse varias veces de la bici para cruzar el río,
pasar las escaleras y otros pasos imposibles de hacer montados. Los amigos de
Peñafiel tienen más prisa y nos abandonan en una de las paradas de
reagrupamiento. Al llegar a la Ermita de San Bartolomé nos tomamos alguna foto
de grupo y emprendemos los últimos kilómetros que son coser y cantar.
Una vez de vuelta en Ucero, sin
que haya habido ni un solo contratiempo en la ruta, cosa rara en este terreno,
recuperamos fuerzas con un piscolabis que nos ha preparado el “presidente” y
pasamos un rato agradable de espera hasta la hora de comer. Entre medias un
pequeño homenaje a uno de nuestros compañeros protagonista, no por voluntad
propia, en la VI ruta del Niskalo y tras este emocionante momento levantamos el
campamento para ir a comer.
Aunque este terreno del comer y
beber en general se nos dá bien, después del largo aperitivo y la cantidad de
comida que se nos ofrece no somos capaces de acabar con todo y no llegamos a
coronar el puerto. Terminada la comida no hay tiempo para más porque ya se nos
pasado bastante la hora del permiso conyugal así que recogemos y volvemos a
casa en coche. ¡Que ya está bien! ¡Vaya horas! ¡Todo el día por ahí!
En resumen, nueva jornada para
recordar. ¡Buenos momentos vividos!
1 comentario:
buena
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