06-08-2017
¿A las nueve o nueve
y media?
Esa es la cuestión.
Uno hace la pregunta
y pide la opinión,
pero los compañeros
no están por la
labor,
¡aquí nadie contesta,
joder, que duros son!
Finalmente parece que hay acuerdo
en la hora y nos juntamos un respetable número de ciclistas que, casualmente,
coincide con el número de bicicletas que llegan al punto de salida. Empezamos
por caminos conocidos, Barcebalejo y
Valdelubiel nos ven pasar a buen ritmo y seguidamente damos cuenta de la
primera ascensión del día. Continuamos por la loma como en tantas ocasiones
pero hoy hacemos un giro hacia la izquierda que casi nos lleva a Valdealbín.
Para volver a enlazar con el camino tradicional, nos toca conocer un terreno
con desnivel positivo y lleno de trampas que obliga a no despistarse ni un
momento pero que recibe la aprobación de todos.
Un poquito de asfalto, y vuelta
al camino, unos kilómetros de relax y el descanso llega en un bonito paraje a
pocos metros de Valdelinares, desconocido para la mayoría.
Temiendo lo que está por venir,
alguno decide que una retirada a tiempo es una victoria y nos abandona, pero el
resto vamos directos a la trampa del día, mas de tres kilómetros de subida que
comienzan siendo agradables pero que terminan con tres repechos que nos hacen
echar pie a tierra a uno tras otro. Queda pendiente la revancha y, ahora que la
conocemos, volveremos a por ella.
Tras algún juramento que otro
continuamos la marcha y pasando por Barcebal vamos a parar a la “cuesta de la
bomba” que si de normal se hace dura por la vegetación, en esta ocasión con
todo tan seco hace que los brazos y las piernas acaben con arañazos. Las
bicicletas no protestan pero también llevan su ración.
Superada esta rampa, vamos hacia
el destino final subiendo “el caño” para hacer un poco más de sed. Un buen
almuerzo, recuperamos el líquido perdido, o un poco más, y nos vamos como si
nos hubiéramos peleado con un gato pero con la satisfacción del deber cumplido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario