Cuatro ediciones ya de
nuestra ruta del Nískalo!
Parece que fue ayer cuando hacia finales de 2012 José nos iba convocando y planteándonos la posibilidad de hacerlo. Lo que
era apenas una ilusión se convirtió en realidad en 2013. Fue nuestro bautismo
de fuego.
Cuando hace unos años, Jesús A. Pardo y yo recorríamos los caminos del Nískalo, no nos cruzábamos con nadie.
Hoy en paralelo al crecimiento de nuestra marcha, también se ha dado un auge
tremendo de la bicicleta de montaña en nuestro pueblo y todo su entorno.
Evidentemente muchos ya salían con la bici antes del Nískalo pero creo que hay
una relación clara entre el auge de la bici de montaña y nuestra marcha. Ahora,
si haces la ruta corta, te puedes cruzar con varios grupos de bicicleteros a
los que apenas reconoces.
Toño y Jesús marcando Preparando bolsas
A lo nuestro. El sábado, a
media tarde, todos sobrecogidos. El cielo descargaba agua sin compasión. En
palabras de Santiago Ramos “Está lloviendo como si no hubiese un mañana”. Todos
asustados pensando en la primera edición, aquella pesadilla de barro y agua que
todos recordaremos y transmitiremos a generaciones venideras. Al final escampó
pero habían caído, según comentaron, cerca de 25 l/m3 en la zona del
Burgo. Por la noche en el Poli, todos estábamos muy preocupados y la cara del
Presi era la de una olla a punto de explotar. No se relajaba, tenía en su
cabeza todo lo que quedaba por marcar y ya tenía claro que saldría a las 5 de
la mañana a hacerlo. Al whatsap iban llegando fotos y comentarios de los
compañeros que habían podido marcar. Había zonas que no estaban tan mal pero
otras…Goyo Cabrerizo había estado marcando por Valdenarros y el camino de la
vega estaba impracticable. Glup, glup, glup……
Por la noche ni una gota. Al
levantar la persiana el domingo, el sol se colaba por cualquier rendija.
Alivio.
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Salida. Foto de A. Hernanz |
Mientras en la Plaza Mayor un
grupo levantaba todo el tenderete organizativo, otros repartíamos los dorsales
en el Poli. El ambiente ya era más relajado. El Presi ya se reía. Había
esperanza de que no se repitiera lo de 2013.
Ambiente espectacular en la
Plaza Mayor con los maillots rojos y negros de MTB Uxama abriendo la carrera.
Temperatura excelente, incluso calor para ser tan pronto. Cada minuto corría a
nuestro favor. El sol con esa fuerza, orearía pistas y caminos.
Al llegar a los tubos de la
autovía y girar, primer charco de barro arcillosos. Todo el mundo callado, ya
nadie decía ni mú. Acongojamiento
generalizado. Encaramos el camino de la vega y… se podía pasar. Había barro y
algún charco pero nada del otro mundo, incluso por la línea del medio, repleta
de hierba, se podía rodar. Adelante!!!!!!!
En el cruce de la carretera y la entrada del pueblo, las sonrisas de Carmen y Anabel,ya te indicaban que lo más temido había pasado.
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Monociclo!. Foto de A. Hernanz |
También estaba mal el tramo
paralelo al Abión nada más salir de Valdenarros pero en cuanto empezamos a subir,
el terreno estaba perfecto. Aun así, todos llegábamos arriba más cansados de lo
normal pues el barro no solo cansa física sino también mentalmente. Uno está
pendiente de no caerse, de no machacar la bici, de elegir la mejor opción de
paso, de no tragarse al compañero o de no cruzarte y al final eso te pasa
factura.
La peor sorpresa la tuvimos
entre Boos y el Hocino, solo 2 Km. pero con las ruedas hundidas hasta las
cachas. Terreno blando y pegajoso hasta llegar al avituallamiento. Algunos metieron
directamente la bici en el Sequillo. El primer repostaje daba la talla de la
organización de la prueba: abundancia, variedad y ganas de agradar a los
corredores. Las más pequeñas sacaban agua en cubos para limpiar las bicis.
A partir del Hocino, se
acabó: el barro dejó de molestarnos. Vuelta a la antigua Cañada Real de Ganados, visita a “la
sorpresa” del Presi (chula la vuelta y alegría de saludar a Alberto) y bajada
rapidísima hasta Valdenebro. El camino hasta Lodares, perfecto. Oliva en su
curva, esta vez no pedía bajar la velocidad sino el piñón para no entrar
atrancado a la estrecha curva de 90o.
Adrián y Alfonso en el Caño
Pasado Valdenarros, nuevo
avituallamiento (Juampa, pájaro, no te paraste en ninguno) y a encarar de nuevo
la temida vega del Abión. Falsa alarma: se encontraba mejor que por la mañana pues el sol había puesto de su parte, así que unos iban terminando y otros a por la
larga.
Me uno al grupo de Alfonso, Nano y Adrián. El Caño lo pasamos bien. Como
ya suponíamos el tramo peor estaba en la zona del robledal, justo donde debemos
cruzar un pequeño arroyo para empezar la subida. Se pasó sin problemas, aunque
me consta por Goyo que más de uno mordió el barro al intentar atravesar el
puentecillo sin tocar el charco.
Bajo el ritmo, si quiero
terminarla mejor bajar piñón. Pierdo a los máquinas del Soplao y me los
encuentro de nuevo en Barcebalejo. Me dicen que me pare a tomar unas cervecitas
y un cigarrito; quéééééé, les digo, si me paro no me subo otra vez a la burra!. Tenía en la
cabeza la pendiente del cementerio y la rampa hasta enlazar con la loma que
bordea el enorme cráter (Dehesa del Monte) que separa los términos de
Valdelubiel, Valdemaluque, Valdeavellano y Barcebal.
En la dura subida me uno a un compañero
de Aranda, David. Poquito a poco subimos y una vez arriba le animo diciéndole que lo peor ya ha pasado. Y así fue. Vuelta triunfal al cráter, bajada alegre de la Galianita (bautizada así por Alfonso) y a repostar en la
Veguilla. Allí recobramos fuerzas entre la sonrisa y amabilidad de los
Hernández Manrique y los Chamarro y es que las familias y amigos se van consolidando
como voluntarios en las distintas zonas del recorrido. Sus hijos van creciendo y en unos años quizá sustituyan a los padres, como se hace siempre en las buenas tradiciones y costumbres.
La organización de la comida, espectacular
A subir con
tranquilidad y a cruzar el cortafuegos, donde uno siempre tiene la sensación de
llegar al desierto del Sahara: da igual lo que llueva, aquí el terreno siempre
está suelto y pedregoso. 7 Km. después, disfrutábamos con tiento de la trialera
final. Antes de cruzar la carretera el gran Julio Espeso disfrutaba viéndonos pasar como diciendo "¡hay si me hubieseis pillado con unos años menos!". Pegaditos a la muralla, doblamos el Puente Viejo y a la Plaza Mayor. Allí la voz
de Juan Carlos, nuestro speaker, sonaba a gloria mientras Domingo nos iba
indicando nuestro pasillo para el control de los tiempos y Mamel anotaba todo
con semblante serio. José Luis Gómez me sacó 1 h. y 30 m., pero no pierdo la
esperanza de ganarle el año que viene jejejeje.
Quedan todos ustedes
convocados a la quinta edición del Nískalo!NON