Fantástica ruta la del domingo 15 coorganizada con los
amigos bicicleteros de Soria Bike. En total unos 40 Km. bajo las cumbres de
Cebollera y entre los valles del Razón y Razoncillo. Día impagable para
mediados de noviembre: buena temperatura y cielos límpidos, azules, de ese azul
que solo puede verse en el alto Duero castellano.
La ruta la iniciamos a unos 3 Km. del Royo, en dirección a Sotillo
del Rincón. Aquí esperamos a los sorianos y nos dirigimos hacia el valle del
Razón para hacer una parada en la pequeña cascada que este río hace en el
paraje conocido como el Chorrón. Desde aquí tomamos una pista que paralela a la
sierra del Portillo de Pinochos nos fue metiendo en un bosque mixto de pino
silvestre y haya hasta que decidimos dejar la pista y bajar hasta el Razón para
cruzarlo. La mayoría descabalgamos en la bajada pues el lecho de hojas y la
inclinación del terreno, hacía casi imposible manejar la burra. Buena fiesta
mientras fuimos cruzando uno a uno el pequeño pero caudaloso cauce del Razón.
Solo algunos se libraron de poner los pies en remojo. Ya en el otro lado del
río retomamos la pista con una buena ascensión al calor del solillo, hasta el
refugio de la majada de los Capotes. Aquí atacamos sin piedad al chorizo, queso,
salchichón y vinito que trajo el Presidente. Los sorianos, alucinados de las viandas
que tenían delante de los ojos. Esta vez, nada de barritas, plátanos o geles.
Desde aquí, plato, piñón y a bajar. La pena era ver cómo
están dejando el monte las cuadrillas de recolectores de setas: bolsas, latas y
desperdicios de todo tipo tirados en cualquier lugar. Es cierto que son unos cerdos
haciendo lo que hacen pero también es cierto que con el dinero que genera el programa micocyl, la Junta podía
organizar al concluir cada temporada micológica, una retirada de la basura a
través de alguna campaña de empleo temporal.
Bueno, seguimos bajando y acelerando. Al este el imponente
Moncayo, a nuestra espalda el Castillo de Vinuesa. En un pequeño descampado
echamos de menos a Fito y Juan Carlos. Vuelta para atrás. Allí estaban los dos
buscando la cámara de vídeo que le había salido volando a Juan Carlos. Menos mal que
Fito la vio.
Varios Km. de bajada escalofriante hasta cruzar el
Razoncillo y seguir bajando a buen ritmo hasta Molinos de Razón. Aquí tomamos
un estrecho tramo del GR-86 hasta Sotillo del Rincón. Ojito con las piedras de
los antiguos canales de las huertas, un descuido y al suelo. Había ganas de ver
a Lorenzo y a Rossi así que para acortar tomamos la carretera del Royo hasta alcanzar
el desvío donde habíamos dejado los coches. Las fuerzas parecían intactas
porque, como si estuviésemos en la pista de la vega del Ucero de vuelta a casa,
se impuso en la subida un ritmo endiablado en el que Fito dejó el pabellón bien
alto, pedal con pedal, al lado de Jorge. A por las cañasssssss!
Ahí estábamos ya con ganas de motos y tomando las primeras
cañas, cuando nos cortó la fiesta un camarero del restaurante Cintora. Borde
desde el primer momento, huraño, malencarado, mostrenco, amargado… unos de esos
camareros que te perdona la vida al servirte algo y al que todo le molesta.
Incomprensible su actitud cuando nadie le faltó al respeto y solo pretendíamos beber
unas cervezas viendo las motos. Que si le estropeábamos los preciosos manteles
de papel, que si no subía el volumen de la tele…La bronca fue subiendo de tono
así que decidimos marcharnos a Salduero donde Jorge había conseguido mesa para
comer. Que les den! Fue el grito más coreado. En los tiempos que corren, un
negocio de hostelería deja de ingresar 600 euros y lo que es peor, consigue que
nadie hable bien de él durante mucho, mucho tiempo.
Luego en Salduero buen ambiente y risas recordando lo que
había dado de sí esta estupenda jornada con los compañeros de Soria Bike. Es
alucinante la cantidad de senderos que nos quedan por recorrer en nuestra
propia casa, la cantidad de paisajes tan diferentes que nos están esperando a
nosotros y a nuestras monturas en la provincia de Soria. NON
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