¡Vamos! a levantar que es domingo
y la bici está deseando salir. Vistazo al cielo, ni una nube, ¿Qué me pongo? de
corto o de largo,… día de difícil elección porque el Sol anima pero el aire
viene fresco. En el lugar de salida de todo hay, unos quieren empezar a dejar
la marca del culotte en las piernas pero otros todavía se resisten, creo que
todos acertamos porque no hace ni frío ni calor sino todo lo contrario. Nos
juntamos un buen grupo incluyendo algunos que hacía tiempo que no se animaban a
salir.
Hace unas semanas una montería
nos obligó a variar la ruta prevista, así que hoy, que no hay posibilidad de
que esto vuelva a suceder, repetimos la aventura. Para empezar, y como regalo
de bienvenida, entre los kilómetros dos y cinco nos metemos más de cien metros
de desnivel positivo, ¡buena manera de comenzar!.
Seguimos con un poco de
cortafuegos y un par de giros a derecha e izquierda que nos llevan a una bonita
bajada por zona de pinos. Llegamos a donde la otra vez tocó la retirada y
seguimos el camino, ¡huy! Esto ya me va sonando, por aquí llegamos a una cuesta
de la que pocos salen victoriosos y … efectivamente, ¡ahí está!, esperando a
recibirnos. Tiene pocos metros, tampoco tiene mucho desnivel, pero esa grava
suelta de los primeros metros hace que sea casi imbatible. Hoy, por ejemplo,
nos ha ganado a todos.
Superado este trámite unos
cuantos kilómetros de bajada con algún
que otro susto por culpa de las roderas y llegada a Torralba donde descansamos
unos minutos.
Para seguir cruzamos la N-122 y
paralelos a esta recorremos unos kilómetros hasta llegar a Santiuste y comenzar
una subida que nos obliga a demostrar un poco de destreza sobre la bici y a la
que algunos le tienen bien cogido el tranquillo pero a otros les termina de
rematar.
Las fuerzas andan dispares en el
grupo así que vamos hacia Valdenarros para ir acercándonos a casa. Desde aquí unos
kilómetros de llaneo bien conocido con un aterrizaje de emergencia que nos da
un pequeño susto y al llegar a la rotonda, … a recoger. Bueno no, si alguien
propone subir a “las antenas”, enseguida se le coge la palabra, así que hay dos
opciones y prácticamente todos preferimos la de alargar un poco más la ruta
para llegar con más ganas al asunto de la cañita y su compañía.