28-01-2018
Pura mañana de invierno, los grajos vuelan bajo pero a
nosotros un poco de frío no nos echa para atrás. Comenzamos la etapa dirección
a La Olmeda y una vez aquí cambiamos la ruta tradicional y cuando apenas llevamos siete
kilómetros nos metemos entre pecho y espalda una rampita que se las trae y que era desconocida para la mayoría. Menos
mal que el hielo ayuda a que el terreno esté duro y las ruedas agarran bien
sino algún pie habría tocado suelo. Ahora cogemos una senda que no se vé donde
empieza pero que va apareciendo poco a poco y nos ofrece una bajada de las que
nos gustan.
Seguimos recorriendo camino, y un poco de carretera, con un
punto por conquistar metido en la cabeza. Si, a ese castillo que se ve a lo
lejos, en lo más alto, es donde tenemos que llegar. Cuando cruzamos la
carretera SO-160 ya sabemos lo que nos queda, cada uno prepara el cuerpo y la
mente para que lo que viene no le pille desprevenido. Un poco hacia arriba,
buena bajadita para reposar y venga que ya ha empezado el puerto, a sudar para
que nuestra bici entre por ese arco del Castillo de Gormaz que tan bien
puesto está. Emociona subir las dos últimas rampas sin echar pie a tierra, a
pesar del cansancio, hasta pasar la puerta.
Avituallamiento al Sol y con buena temperatura y otra vez a
pasar frio en la bajada. El regreso se hace durillo, toca ir hacia arriba y el
barro que no habíamos visto hasta ahora nos lo encontramos a lo largo de varios
kilómetros pegándose a la bicicleta y haciendo que, por momentos, haya que
tirar de destreza para seguir sobre el sillín cuando la rueda de atrás se cruza
totalmente. Como suele pasar siempre que hay algo gratis, no todos cogemos la
misma cantidad. Unos se llevan lo justo y necesario y otros cargan más de lo
que deberían.
Los últimos kilómetros por carretera sirven para que las ruedas
escupan una buena parte del barro acumulado y lleguen al destino no
excesivamente pringadas. Lo importante de la ruta llega ahora. Cervecitas,
torreznos, cortezas, jamón, bravas, … pero chicos, que son más de las dos y
ahora tenemos que comer.
En fin, otro domingo que la bicicleta nos hace engordar.
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