Un domingo más nos levantamos a la hora que otros se
acuestan para salir a pedalear y pasar unas horas de diversión y sufrimiento
moderado. La mañana pinta bien porque, aunque a primera hora la temperatura es
baja, el Sol no nos va a perder de vista y va a apretar lo justo para no
molestar.
Para comenzar vamos hacia la pista de “las hermanitas”, hoy
las bicicletas parece que se han despertado antes que otros días y desde los
primeros metros van a una velocidad
media considerable que nos hace entrar en calor.
Al llegar a Sotos del
Burgo abandonamos la conocida pista y nos dirigimos hacia Valdeavellano de
Ucero. No llegamos a entrar en el pueblo y continuamos nuestro camino. El firme sigue siendo tipo “autopista” pero
ya nos vamos encontrando alguna cuesta con porcentajes positivos respetables.
En una de estas subidas nos encontramos un rebaño de ovejas que a nuestro paso
se van apartando como hacen los espectadores de las grandes vueltas con los
ciclistas en los puertos importantes.
Un pinchazo que no quiere autorepararse nos da un respiro en
la subida y obliga a cambiar de cámara. Solucionado el percance un poco más de
subida y parada en el alto para meter algo sólido al cuerpo y retratarse.
En Cantalucia paradita en la fuente para rellenar los
bidones con “agua no tratada” y comenzamos el camino de vuelta.
Una montería inesperada nos trunca los planes y tenemos que
buscar una ruta alternativa para esquivarla, no vaya a ser que anden justos de
puntería. Unos pocos kilómetros desconocidos
y, tras localizarnos, dirección
al cortafuegos que entre subidas, bajadas, acelerones y paradas nos devuelve a
casa no sin antes hacer la parada de rigor para repostar.
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