jueves, 26 de junio de 2014

JINETES EN LA NOCHE DE SAN JUAN, 23 de junio de 2014.

En la plaza de la catedral el grupo de mtb Uxama se reunía para una de sus cabalgadas. Pero ni era domingo, ni era de día. Era la noche de San Juan, una noche especial donde las haya, la noche más corta del año… el solsticio de verano. La mayoría íbamos a hacer por primera vez una marcha nocturna con dos ruedas. Uno comprobaba el foco, el otro se aseguraba de no haber pinchado…todos alterados y como motos pensando en lo que íbamos a hacer.  La noche no podía ser mejor: nada de las anunciadas tormentas y una temperatura agradable pero con un ligero viento fresquito.

Hicimos el paseíllo por la Calle Mayor, enfilamos Juan Carlos I (que en paz descanse) y giramos hacia las Hermanitas para buscar nuestro tantas veces hollado camino del soto hasta Ucero. Ya en la pista quedó claro que los focos eran potentes y que podíamos ir a velocidad de crucero. Todos flipando con las sensaciones. Parecíamos jinetes cabalgando entre una tupida polvareda. No teníamos clara la inclinación del terreno hasta que la burra o las piernas pedían el cambio de piñón, había que estar muy pendiente de la distancia con el compañero y en cualquier momento parecía que íbamos a salir volando. No se veía ni el plato, ni la piñonera, ni el cuentakilómetros. Chaval vete hacia delante que aquí mascas polvo y además te la puedes pegar.                                   
                                                                  Pincha para ver las fotos (muchas movidas, lástima)
fotos en picasa

Sin darnos cuenta, ya habíamos subido la cuesta de Valdelinares. No éramos ninguna serpiente multicolor, sino una caravana de luciérnagas. Ya estábamos cruzando Ucero y enfilando el Cañón. Qué pasada ver todas esas luces en el asfalto en el tramo de la carretera hasta el puente que da acceso al Cañón. Ahora pedaleábamos hacia la ermita y algunos místico-viandantes no daban crédito a lo que veían. Habíamos llegado a San Bartolo y había másssssss. Chocolate!!!!! Una noche de San Juan no es nada sin un buen chocolate. Ahí estaban Anabel, Raquel, Marina y Lucía esperando debajo de los antiguos olmos que escoltaban la ermita, con un delicioso chocolate y con blanditos bizcochos. Buenísiiiiiimo! En momentos así se olvida uno de todos los males de este y de otros mundos. Qué detallazo subir hasta allí esa delicia de chocolate.
Más todavía? Siiiiiiii, Jesús L. traía en unos de los bidones un gintónic fresquito, así que le dimos unos buenos lingotazos, no acabándonos de creer que saliese la noche tan redodonda. Cuando nos íbamos el ambiente en torno a la ermita iba creciendo, gente que llegaba a un lugar mágico para recibir una noche especial. Antes de irnos José Ignacio nos pidió un minuto de silencio por todos los compañeros muertos el fin de semana que acababa de pasar. Lo hicimos bajo un pórtico que ha visto muchas cosas a lo largo de más de 700 años.
Vuelta al Burgo. Ahora ya nadie decía que si bache por la izquierda, rama o pedrusco a la derecha, se desató una carrera sin piedad hasta el final de la pista de zahorra blanca que se ha convertido en algo así como la meta del recorrido.
Vuelta a casa, algunos hasta se tomaron alguna copita, ducha y a soñar agarrados a la almohada como si fuese el manillar sorteando baches. No se vosotros, pero yo de mañana me desperté casi como con sensación de resaca y no fue por el gintónic.

Chavalotes, hemos hecho historia!!!!
NON

                                  Banda sonora de la ruta: Riders on the storm. The Doors
                                    

1 comentario:

Anónimo dijo...

ostia!!! ahora entiendo la velocidad, esa noche había baterias!!
fito