Costalago, los chipirones de Ucero y el Natusán.
Ya es la tercera vez que subimos a la Sierra de Costalago y se ha
convertido en una de nuestras clásicas. Cada año el grupo va creciendo. Es lo
bueno que tiene este club pues para formar parte de él no hay cuotas ni
estatutos. Solo hace falta llevar el maillot y arrimar el hombro cuando el
Comandante toca a retreta.
Todas las fotos en picasa
Día caluroso. Coches hasta Ucero y a las 8,30 ya salíamos para Santa María
de las Hoyas. Algunas caras nuevas expectantes por el ritmo de pedalada. Vamos
cogiendo cierta fama de tipos duros sobre el sillín. Quinientos metros y ya
metemos la directa. Atravesamos santa María y a 200 m. en dirección a San
Leonardo giramos a la izquierda en busca de nuestro primer objetivo. Pista
agradable pero masticando el polvo que levanta el pelotón. Ya se ve la subida
al mirador de Costalago. Paciencia y a doblar curvas. Los escaladores se esfuman.
Hugo y Fernando, suben y bajan haciendo cabriolas, mientras la mayoría de los
mortales llevamos la boca abierta de par en par, bendiciendo la sombrita del
terreno.
Ligero avituallamiento y hacia el Pico Navas. Subimos y bajamos con brío. Ahora
uno de esos típicos cambios de planes. No llegamos a la base del pico, sino que
cogemos a nuestra izquierda lo que debería haber sido una pista hacia Ontoria.
El sendero se estrecha y desaparece. El grupo se divide buscando la bajada
hacia el rio Lobos y el pueblo. Mi grupo opta por tirar a la izquierda y bajar
bici al hombro hasta el sendero paralelo al Lobos. Entramos al pueblo por un precioso
puente medieval de doble arco apuntado. Poco a poco, la tropa se va reuniendo
en torno a la fuente y la iglesia.
Vaya almuercito nos esperaba!! Jamón de Guijuelo, chorizo casero, chorizo picantito de ciervo, queso curado, harinados y pastas.
Vaya almuercito nos esperaba!! Jamón de Guijuelo, chorizo casero, chorizo picantito de ciervo, queso curado, harinados y pastas.
Así que enfilamos pletóricos el Cañón. Lo que nos esperaba...Las crecidas
del rio han dejado los senderos convertidos en pedregales y bancales de arena
blanda. La bajada hasta los Siete Ojos se hizo eterna, aderezada con pinchazos
y caídas varias. Había que estar muy atentos porque la burra saltaba y brincaba
todo el rato.
El grupo se rompe definitivamente. Pinchazo del cuñado de Josué y mi grupo comandado
por Toño, va haciendo una digestión lenta del chorizo de ciervo. Cerrando el
grupo nuestro aguerrido cámara. No hay caídas porque no dudamos en descabalgar
cuando hace falta, riesgos pocos, un descuido y zaca, leñazo al canto. Al final
Juan Carlos muerde el polvo en este terreno endiablado.
Los bidones se secan y soñamos con la fuente de la Canaleja. Parada,
llenado de bidones y hacia los Siete Ojos. En el puente contactamos con el
grupo que se ha quedado a esperarnos. Damos caña, ahora este terreno es gloria
comparado con el otro tramo del Cañón. Hasta atravesamos el río y nos mojamos
los pies.
Casi a la una alcanzamos la Ermita de San Bartolo. Mucha sed. Agua o
aguantamos hasta las cañas. Aguantamos. Esprint de Tour desde el puente de la
Galiana. Mereció la pena aguantar porque en la Roca nos esperaban unas jugosas
cañas y los famosos chipirones del establecimiento. Secuela del recorrido: un
trasero rojo como un tomate e inflamado de tanto vaivén. N.O.
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